Se
acercan las elecciones presidenciales de 1978, los partidos mayoritarios (AD y
COPEI) ya trabajan en sus candidatos, la gente, tras casi 20 años de
bipartidismo, está asqueada de los mismos macroempresarios de la política
venezolana, pero, en algún rincón de nuestro país, se reunían, Renny Ottolina,
los hermanos Vinicio y Parsfial De Sola; donde estos últimos le sugirieron al
número uno que postulase su nombre a las elecciones del próximo año, el
animador, con mucho tiempo pensándolo, decidió aceptar. La primera y única
campaña que logró emprender Renny Ottolina, fue la de buscar firmas para
inscribir legalmente su candidatura ante el Consejo Supremo Electoral, a la
postre, logró reunir 140.000 (aproximadamente), suficientes para inscribirse.
Par de semanas antes de oficializar su candidatura a la elecciones
presidenciales de 1978, su equipo de campaña le preparó un encuentro con
figuras importantes en Porlamar, estado Nueva Esparta, a pesar de que Renny
había mandado a cancelar toda actividad fuera de Caracas.
"Señores, quedan poco más de dos semanas para la proclamación
oficial de mi candidatura y quiero sentarme tranquilo a pulir el discurso que
daré por televisión". Fue la respuesta de Renny al saber de este
"inesperado" viaje que luego realizaría.
"Es necesaria su presencia allí candidato, van a estar presentes los miembros más importantes del empresariado y las fuerzas vivas del Estado Nueva Esparta, además ya el acto está programado y no puede suspenderse". Estas palabras, cuyo emisor aún es desconocido, fueron determinantes para que Renny Ottolina aceptara ir Porlamar, en lo que sería, la decisión más importante en toda su vida.
Abordaron la avioneta Cessna 310, propiedad de Carlos Olavarría, ya una multitud los esperaba en el aeropuerto Santiago Mariño de la Isla de Margarita. Mientras aguardaban la pista de autorización de posicionamiento y despegue cada uno de los hombres se sumió en sus pensamientos. Además de Renny, en el avión se encontraban: Carlos Olavarría, Luis Duque, Ciro Medina y César Oropeza.
"Es necesaria su presencia allí candidato, van a estar presentes los miembros más importantes del empresariado y las fuerzas vivas del Estado Nueva Esparta, además ya el acto está programado y no puede suspenderse". Estas palabras, cuyo emisor aún es desconocido, fueron determinantes para que Renny Ottolina aceptara ir Porlamar, en lo que sería, la decisión más importante en toda su vida.
Abordaron la avioneta Cessna 310, propiedad de Carlos Olavarría, ya una multitud los esperaba en el aeropuerto Santiago Mariño de la Isla de Margarita. Mientras aguardaban la pista de autorización de posicionamiento y despegue cada uno de los hombres se sumió en sus pensamientos. Además de Renny, en el avión se encontraban: Carlos Olavarría, Luis Duque, Ciro Medina y César Oropeza.
Pasadas las cinco de la tarde, Carlos
Olavarría estableció el primer contacto con la torre de control desde el hangar
donde estaba la avioneta:
–
Buenas tardes, superficie Maiquetía, aquí 1019P.
–
Adelante 1019P.
–
Solicito autorización para taxeo en
cabecera de pista. Llevo plan de vuelo Maiquetía-Porlamar, con cinco personas a
bordo, estimo una hora en la ruta. Combustible para seis horas y 7.500 pies.
– Ok
1019P, mantenga posición, le aviso rodar.
Los
hombres esperaron a que la torre de control de superficie les indicara posición
en pista, a lo lejos se oía el tronar de motores de los aviones que llegaban y
salían. La visión hacia el mar Caribe era diáfana, pero en la cercana
cordillera por donde la nave debía transitar un buen trecho según el plan de
vuelo se aproximaba un frente frío con fuerte nubosidad, un escenario poco
propicio para pilotos sin experiencia en vuelo instrumental; por fin se oyó la
voz metálica:
–
1019P, ruede hacia la pista 08. Viento 90°, 1010Mb.
Al
recibir la posición de superficie, Olavarría cambió de frecuencia:
–
Buenas tardes Maiquetía, aquí 1019P listo para entrar en posición y despegar
cuando usted ordene.
–
1019P, autorizado para cruzar y mantener el campo – Señaló la voz de una
operadora.
– Voy
a cruzar y mantener el campo, señorita, agradecido – fue la respuesta de
Olavarría.
– 1019P,
autorizado su despegue, después cambie a la frecuencia 120.1… Buen viaje...
Cuando
la avioneta despegó eran exactamente la 5:15 de la tarde. En Porlamar la gente
se agolpaba en el Santiago Mariño con la esperanza de ver a su ídolo y en el
hotel Concorde, sitio donde se celebraría el foro a las 8 de la noche, todo
estaba a punto. Dos minutos después del despegue, Carlos Olavarría se puso en
contacto con la torre de control:
–
Maiquetía, aquí 1019P, estoy a 900 pies de altura, solicito autorización para
ascender a 7.500 pies en la línea de la costa, tengo plan de vuelo visual.
–
Autorizado 1019P, avise posición a la altura de Los Caracas.
–
Reportaré posición en Los Caracas.
Esas
cinco palabras fueron las últimas que se oyeron del piloto, a partir de ese
momento no se supo más de la aeronave. Torre de control no caería en cuenta
sino hasta pasada más de una hora.
A las seis de la tarde tal y como
pautaba su parrilla, Radio Aeropuerto 910 AM, comenzaba la emisión de
“Venezuela Despierta”, (programa que sería pre-grabado por Renny antes de salir
de Maiquetía), a esa hora nadie sabía aún que la cálida voz que escuchaban ya
no tenía presencia física, el ídolo que por más de treinta años había entrado a
sus hogares se volvía etéreo y pasaba a ocupar un lugar en la eternidad.